Por Becki Robins y Emma Havstad, River Partners
En la vegetación ribereña restaurada del condado de San Diego, quienes escuchan atentamente tienen muy buenas posibilidades de escuchar algo excepcional. Aunque pequeños y bastante enigmáticos en su color, el llamado del vireo de Bell en peligro de extinción es nítido y reconocible. El canto fue común al norte, en el valle central de California. Hoy en día, las generaciones mayores de agricultores recuerdan el sonido llamativo timbrando en sus jardines.
Su memoria tiene origen en un momento antes de que se construyeran presas y que la tierra ribereña se despejara para la agricultura, ocasionando que las especies disminuyeran dramáticamente. Para 1986, sólo había aproximadamente 300 parejas reproductoras en California. El hábitat ribereño en el condado de San Diego albergaba a la mayoría de estas aves restantes. La drástica disminución y la desaparición de la especie en mucha de su zona de distribución nativa hizo que esta pequeña ave vocal ingresara a la lista de especies en peligro de extinción.
Hoy en día, gracias al dedicado esfuerzo de muchos, el vireo de Bell está regresando lenta pero firmemente. Para el 2004 la población se había recuperado a unas 2,500 parejas reproductoras. En el sitio de restauración Otay Delta de River Partners, se observaron (y escucharon) vireos en el hábitat restaurado a los tres años de haber plantado árboles y matorrales ribereños. En mayo de 2020, a 18 millas río arriba de Otay Delta, dos parejas construyeron nidos en los matorrales que River Partners plantó a lo largo del arroyo Dulzura, en el Área de Vida Silvestre Hollenbeck Canyon. Esta firme transición a lo largo de la cuenca conforme el hábitat restaurado madura es otra señal de bienvenida de la sorprendente resiliencia de esta especie.
En el 2005, estábamos muy contentos cuando una pareja se trasladó más de 200 millas para hacer su nido en el Refugio Nacional de Vida Silvestre San Joaquín, el primer registro de la cuenca del Río San Joaquín en 60 años. Hicieron su nido en un sauce en el arroyo que River Partners había plantado hacía 3 años, parte de las 13,500 acres de hábitat ribereño que nosotros y nuestros socios restauramos en las últimas dos décadas. Nuestra esperanza es que conforme la población crece en el sur de California, reclamando los arroyos y los ríos con hábitat restaurado, más individuos encontrarán el hábitat que hemos construido en el valle central, regresando su canto a una gran parte del estado.
La pérdida del hábitat y los bajos números de la población hacen que las aves, como el vireo de Bell, sean particularmente vulnerables a otros riesgos, incluyendo parasitismo de la nidada y la depredación por parte de la vida silvestre nativa e introducida. Los nidos que encontramos en el Área de Vida Silvestre Hollenbeck Canyon se enfrentaban a ambos – dos de tres nidos tenían huevos de tordo cabeza café y dos estaban depredados. Finalmente, estos nidos no tuvieron pollos de vireo. Sin embargo, conforme la vegetación madura y las especies del monte bajo llenan los espacios, el follaje esconderá mejor los futuros nidos. River Partners ha manejado el sitio de manera activa con una considerable irrigación adicional y un excesivo control de hierbas para garantizar que la vegetación saludable sea acogedora para los vireos cuando regresen nuevamente a anidar el próximo año.
La historia del vireo de Bell es un ejemplo inspirador de recuperación exitosa del hábitat, pero esta pequeña ave cantora es sólo una de cientos de especies de aves que se encuentran en peligro crucial. En los últimos 50 años, tres mil millones de aves han desaparecido de los cielos. Estos hechos son particularmente aleccionadores en California, la cual es considerada un sitio de gran biodiversidad global que sin embargo ha perdido el 95% de su hábitat ribereño.
Por fortuna, las dificultades de las especies en peligro de extinción como el vireo de Bell recibieron una rápida acción y dicha restauración beneficia a numerosas especies. Un estudio de Blue Point Conservation Science de 2017 mostró que el hábitat restaurado aumenta ambas, la riqueza y la abundancia de las especies, las cuales siguen aumentando con el tiempo conforme los sitios restaurados maduran y crecen. De regreso al sitio de Otay Delta, por ejemplo, también ha habido un aumento multiplicado de dos a cinco en el número total de aves que viven en el sitio y lo usan, y un aumento multiplicado por dos en el número de especies que pueden observarse ahí.
Los laboratorios vivientes como el Delta del Río Otay, el Área de Vida Silvestre Hollenbeck Canyon y el Refugio Nacional de Vida Silvestre San Joaquín producen datos esenciales que orientan a nuestras dependencias ambientales y líderes de recursos a tomar acciones cruciales y atrevidas necesarias para la recuperación de las aves. A lo largo de dos décadas, hemos comprobado el concepto: si restauras los paisajes ribereños, las aves regresarán. Para escuchar esto en vida propia, sólo busca el canto del vireo de Bell.