Steven Albert y Jerry Cole, Instituto para las Poblaciones de Aves
La revolución digital ha beneficiado enormemente al estudio de las aves. Las aplicaciones como eBird y Merlin se usan ampliamente de manera recreativa como científica y la miniaturización de los componentes electrónicos ha permitido el rastreo de aves en todo el globo—a menudo en tiempo real—que sea relativamente fácil y económico.
Un tipo de monitoreo que ha crecido recientemente en sofisticación y facilidad de uso es el monitoreo acústico a través de las Unidades Autónomas de Grabación (ARU). Estas unidades son dispositivos de grabación que pueden colocarse en casos a la intemperie, colocadas virtualmente en cualquier parte y configuradas para empezar y dejar de grabar en horas programadas previamente. Las grabaciones se guardan en tarjetas SD y se analizan posteriormente con programas de computación sofisticados que están entrenados usando colecciones de miles de cantos, llamados y demás sonidos de aves, para crear una lista de especies detectadas.
El Instituto para las Poblaciones de Aves (IBP) trabaja actualmente con la Oficina de Administración de Tierras de EEUU (BLM) en sitios remotos del desierto en la región del SJV en el sureste de California para monitorear las comunidades de aves buscando especies poco comunes y sensibles y para documentar los momentos de uso de las aves migratorias y residentes.
En varios estudios, las ARU han mostrado la habilidad de detección comparable con los observadores humanos, al menos cuando se colocan durante un intervalo de tiempo largo. Por supuesto que las unidades no pueden detectar a las aves que no vocalizan, pero aún así brindan muchos beneficios para el monitoreo y la investigación. Por ejemplo, son ideales para las organizaciones con un personal pequeño que tienen lugares remotos que estudiar. Al colocar una selección de unidades múltiples, las ARU pueden atrapar los “coros del amanecer” cuando las aves están más activas vocalmente en muchos de lugares de manera simultánea.
Las ARU individuales pueden grabar cientos o miles de horas durante una temporada, lo cual puede ser especialmente útil para detectar especies que tienen una baja probabilidad de detección durante estudios humanos que son típicamente de corta duración, o que pueden ser más sensibles a las visitas de personas. Por ejemplo, el IBP también trabaja con la BLM para monitorear a la gallina de la pradera a fin de determinar quiénes están activas y por cuánto tiempo (la gallina de la pradera es vulnerable a las alteraciones humanas durante esta etapa crucial de historial de vida).
Las ARU pueden ayudar a comprender mejor la actividad de las aves que es imposible que un pequeño grupo de personas visite. Por ejemplo, el momento de los ciclos anuales de las aves—migración, reproducción, polluelos, etc.—varía según la especie. Las ARU tienen la habilidad de detectar los picos y los valles de la actividad vocal de una multitud de especies, lo cual podría no captarse de otra manera (ver la figura a continuación). Otro beneficio es que las ARU crean un registro permanente de lo que se vocalizó en cierto día, preservando la información para futuras preguntas científicas.