Por Robert Murphy, USFWS Región Suroeste
Protegidas por la Ley del Tratado de Aves Migratorias y la Ley de Protección del Águila Cabeza Blanca y Águila Real, el águila real del occidente de Norteamérica se encuentra cada vez más amenazada por múltiples factores como la colisión con turbinas eólicas, electrocución en cables de alta tensión y envenenamiento con plomo. El impacto acumulativo en las poblaciones de águila es poco claro, sin embargo, debido al conocimiento básico de la dinámica de poblaciones de la especie, como el índice de supervivencia, es sorprendentemente escaso. Las causas de mortalidad se conocen, pero la importancia relativa de éstas no. El movimiento dentro y entre poblaciones también se entiende muy poco. Necesitamos abordar estas lagunas en el conocimiento a fin de poder apoyar las decisiones de manejo.
En el 2010, la División de Aves Migratorias de la Región Suroeste del Servicio se asoció con la Nación Jicarilla Apache, la Nación Navajo, la Tribu Ute del Sur y la Oficina de Administración de las Tierras de los EEUU para documentar la supervivencia, las causas de mortalidad y el comportamiento del recorrido del águila real, centrándose en águilas del área de las Cuatro Esquinas en el corazón del BCR 16. A las águilas se les colocan transmisores satelitales “PTT” justo antes del plumado. Actualmente los PTT que se utilizan sólo pesan 1.5 onzas y funcionan durante al menos 3 años. Durante la mayor parte del día, los PTT proporcionan ubicaciones cada hora con una precisión de 50 a 75 pies. Los biólogos monitorean atentamente los movimientos de las águilas a través de datos satelitales de modo que puedan responder rápidamente para encontrar a un águila si la falta de movimiento sugiere que está muerta o lastimada. En los próximos meses alcanzaremos la meta del proyecto de colocar transmisores PTT en al menos 50 águilas. Las águilas a las que se les colocó transmisor en el 2010 llegarán a la edad adulta (cinco años) en la primavera del 2014. También se han colocado transmisores a varias águilas adulto en los territorios de reproducción para reunir información sobre la supervivencia de los adultos.
La mortalidad anual de las águilas, sin incluir a los adultos, tiene un promedio del 40%, un nivel relativamente alto. La mortalidad durante los meses después de dejar el nido ha sido alta, debido principalmente a la inanición; la mayoría de la región se encuentra bajo una grave sequía y escasean los conejos y otras presas. Las pérdidas poco comunes incluyen a un águila juvenil que se ahogó en un pozo formado de manera natural en arenisca. A otra la mató un puma en un venado muerto. La mayoría de las águilas se quedan a 100 millas de su nido de origen, después de volar sin rumbo fijo durante semanas tan lejos como 1,000 millas. Un juvenil que se capturó y se le colocó transmisor en la Nación Navajo posteriormente viajó a Sonora y Chihuahua, lo cual es el movimiento más al sur de un juvenil que se originó en el área de las Cuatro Esquinas.
Un patrón considerable que ha surgido es que las águilas reales de la región de las Cuatro Esquinas sin crías residen principalmente en lugares más al norte, especialmente en Wyoming, desde finales de la primavera hasta principios o finales del otoño. Algunas han permanecido a elevaciones de 10,000-13,000 pies durante varias semanas o meses en el verano.
Aunque el 2013 probablemente sea el último año en que se coloquen transmisores a las águilas, se le dará seguimiento a aquellas con transmisores hasta que mueran o los PTT dejen de funcionar, algunas quizá hasta el 2020. Los investigadores en otras regiones de occidente están realizando esfuerzos similares a fin de brindar un panorama integral de la ecología del águila real y apoyar firmemente las decisiones de manejo de la población.