Por Hans Sin, Departamento de Pesca y Vida Silvestre de California, Jonathan Vargas y César Guerrero, Terra Peninsular
El charrán mínimo (charranes) y el chorlo nevado (chorlos) por lo general anidan en el hábitat de dunas costeras a lo largo de la costa del Pacífico de Estados Unidos y hacia México. Los ecosistemas de dunas costeras constantemente se forman y erosionan, según las condiciones del viento y oceánicas que dan por resultado procesos ecosistémicos singulares con plantas, invertebrados y taxones de vida silvestre especializados. Ante el cambio climático, el uso de recreo, las especies invasivas y el desarrollo, los sistemas de dunas costeras siguen disminuyendo tanto en calidad como en cantidad.
Con el hábitat de dunas costeras cuesta abajo, el charrán mínimo se encuentra en la lista federal de especies en peligro de extinción en EEUU y como especie bajo protección especial en México. El chorlo nevado se encuentra en la lista federal de especies amenazadas en Estados Unidos y en México. Además de otras amenazas, las disminuciones en sus poblaciones están correlacionadas con la pérdida del hábitat, al igual que muchas otras especies vulnerables.
Los charranes y los chorlos cuentan con grupos de recuperación de gran tamaño en EEUU que protegen los sitios de anidación a través de acciones como el manejo del hábitat, el control de los depredadores, la restricción de acceso al sitio y la educación y extensión. Sin embargo, el conocimiento sobre los charranes y los chorlos en México y los esfuerzos de protección están más limitados. Hasta hace poco, una laguna de conocimiento crucial era la extensión de las zonas de distribución de los charranes y los chorlos y los tamaños de las colonias a lo largo de la Península de Baja California. La costa de California es de 840 millas (1,352 Km.) y la costa de la Península de Baja California, la cual incluye los estados mexicanos de Baja California y Baja California Sur, es de 760 millas (1,220 Km.) como perspectiva de la extensión de la geografía.
Pero los esfuerzos recientes de colaboración con organizaciones como el Sonoran Joint Venture, grupos sin fines de lucro en EEUU y México, particulares apasionados y los gobiernos federales y estatales en ambos lados de la frontera han mostrado que dichas lagunas de información están desapareciendo y llenando con un mayor intercambio de información. Los esfuerzos tradicionales de monitoreo para especies de aves usando datos de anillos han demostrado aún más que los charranes y los chorlos se trasladan a lo largo de la costa, a pesar de las fronteras políticas.
Con una mejor comunicación y una mayor sociedad, los resultados naturales son los proyectos de colaboración. En 2019, el Departamento de Pesca y Vida Silvestre de California colaboró con Terra Peninsular, un grupo mexicano sin fines de lucro, para monitorear y proteger nidos con una valla simbólica, y llevar a cabo actividades educativas y de extensión sobre charranes y chorlos en Punta Banda en Ensenada, Baja California.
Anteriormente, los particulares como Bárbara Massey en 1976 y el miembro del consejo del SJV, Eduardo Palacios en los 90, monitorearon a los charranes y a los chorlos en Punta Banda. Ha habido muchas otras organizaciones y personas que ayudaron antes o que actualmente están participando en los esfuerzos de conservación como la Universidad de Cornell, la Comisión para la Cooperación Ambiental, el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), Fauna del Noroeste, Manomet, Tom Ryan, Daniel Galindo y Edgar Amador. El trabajo realizado es parte del proyecto de Southern Wings, también a través de Caza y Pesca de Arizona. Southern Wings, socio de las dependencias estatales de Pesca y Vida Silvestre de EEUU, facilita la participación en la conservación de las aves migratorias a lo largo de su ciclo de vida anual con proyectos en más de 12 países.
De manera semejante a EEUU, el uso humano de Punta Banda ha cambiado de forma dramática con el tiempo. Los charranes y los chorlos se encuentran con usuarios recreativos caminando por las áreas de anidación, con el acceso vehicular ilimitado y la construcción de un condominio de gran tamaño en el sitio. También se enfrentan a una variedad de depredadores mamíferos y aviares. Debido a estas amenazas, en 2008 se consideró extirpada la población reproductiva de chorlos en Ensenada.
Gracias a las medidas de monitoreo y conservación de Terra Peninsular y otros grupos como Pro Esteros, los chorlos comenzaron a anidar nuevamente. La población reproductiva de ambas especies ha aumentado en los últimos años, con una afluencia de aves anilladas en Estados Unidos vueltas a ver en México. Terra Peninsular también ha implementado campañas exitosas de extensión con los medios, los propietarios de condominios y el público. A través de los esfuerzos de protección incluyendo las vallas simbólicas, los chorlos y los charranes están al día para anidar esta temporada.
Terra Peninsular ha adoptado un papel muy firme en Punta Banda con la cooperación del estado de Baja California, las organizaciones urbanas, demás grupos de conservación y el público en general. Cuentan con un modelo bien pensado y probado que puede afectar al hábitat al conectarse con la gente, ser claros y transparentes en la comunicación y coordinar los eventos sociales junto con los comunicados de prensa en las noticias televisivas, en la radio y en las redes sociales. Su trabajo es digno de elogio y el modelo continuará durante esta temporada de campo y más allá. Estos esfuerzos no sólo protegen los sistemas de dunas costeras, sino también a los tipos de hábitats traslapados en ambos, EEUU y México, hábitats de matorral costero, pastizales y ribereños con especies que no conocen lo que son las fronteras políticas estructuradas por los seres humanos.
Hay mucho qué compartir y aprender por ambos países, ya sean modelos educativos y de extensión de México, o manejo del hábitat y control de depredadores de EEUU. Esperamos que esta historia se siga concretando para la recuperación de los charranes, los chorlos y demás especies asociadas a lo largo del paisaje ecológico y cultural en celebración de la diversidad y la riqueza cultural.