Por Yuliana Bedolla Guzmán, Luciana Luna Mendoza, Mariam Latofski Robles, y Federico Méndez Sánchez de Grupo de Ecología y Conservación de Islas, A.C.
México es un país megadiverso que alberga una riqueza extraordinaria en sus más de 4,000 islas, cayos y arrecifes distribuidos en todas sus costas. En su relativamente pequeña extensión (8,025.2 km2) se concentra el 8.3% de todas las plantas vasculares y vertebrados terrestres, y el 3.7% de las especies endémicas de nuestro país. Además, son importantes áreas de crianza, alimentación y descanso para una gran variedad de aves marinas, pinnípedos y tortugas marinas, y son el sustento para comunidades locales a través de pesquerías artesanales. Dada su alta relevancia, todas las islas han sido decretadas como Áreas Naturales Protegidas. Si bien las islas se encuentran en un buen estado de conservación, en los últimos dos siglos, la presencia de mamíferos exóticos invasores–gatos, roedores, cabras, borregos–, el disturbio humano y contaminantes en el mar, han causado la extinción de 21 especies de vertebrados terrestres, y la extirpación y declive de muchas colonias de aves marinas.
Para conservar la biodiversidad insular, desde hace dos décadas, el Grupo de Ecología y Conservación de Islas, A.C. (GECI), en colaboración con dependencias de gobierno, instituciones académicas, cooperativas pesqueras y una red de donantes, lleva a cabo un programa nacional de restauración y conservación en las islas de México. Éste incluye la erradicación de mamíferos exóticos invasores, seguida por la implementación de sistemas de atracción social, restauración de hábitat, monitoreo, investigación aplicada, gestión de políticas públicas, y aprendizaje ambiental y un programa de bioseguridad insular con las comunidades locales. A la fecha se han logrado remover 60 poblaciones de mamíferos exóticos invasores en 39 islas prioritarias con un gran beneficio para la biodiversidad mundial, protegiendo de la extinción a más de 147 especies endémicas y más de 200 colonias de aves marinas.
La respuesta del ecosistema a estas acciones de conservación ha sido sorprendente: plantas y vertebrados terrestres han aumentado sus poblaciones y la gran mayoría de las colonias de aves marinas que fueron extirpadas han regresado a anidar a sus sitios históricos. La remoción de herbívoros exóticos invasores (cabras, borregos y conejos) salvó de la extinción a diversas especies de plantas endémicas como la malva endémica Malva occidentalis en la isla Coronado Sur, hábitat clave para la anidación de pelícanos y cormoranes; la siempreviva Dudleya linearis en la isla San Benito Oeste; y el pino Monterey Pinus radiata var. binata en la isla Guadalupe, que de cientos de individuos ha incrementado a miles de ellos. En esta isla para incentivar la recuperación de la cobertura vegetal que se perdió debido al impacto de cabra feral, llevamos a cabo en colaboración con CONAFOR un programa integral de reforestación, y a la fecha hemos producido 90,000 plantas en vivero, 40% de ellas se encuentran ahora plantadas.
Varias colonias de aves marinas regresaron de manera natural una vez que los depredadores invasores se removieron y el disturbio humano disminuyó, sin embargo, muchas de ellas requirieron de una ayuda adicional. Desde 2008, y por primera vez en Latinoamérica, implementamos técnicas de atracción social en más de 10 islas en el Pacífico de la Península de Baja California, en colaboración con la Sociedad Nacional Audubon, el Laboratorio de Ornitología de Cornell y el Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza. Estas técnicas consisten en instalar aves falsas, madrigueras artificiales y sistemas que emiten sonidos de colonias durante toda la temporada de reproducción; esto con el fin de simular colonias naturales y comunicar a las aves que las islas son nuevamente sitios seguros para anidar. Las aves han respondido satisfactoriamente a estas técnicas: la alcuela oscura (Ptychoramphus aleuticus), por ejemplo, ahora está anidando otra vez en todos los sitios en los que históricamente lo había hecho en estas islas. Asimismo, el charrán real (Thalasseus maximus) y el charrán elegante (Thalasseus elegans) anidan nuevamente en la isla San Roque, después de 90 años de su último registro. Además, con el monitoreo que llevamos a cabo de todas las aves marinas anidantes, hemos cubierto un gran vacío de información básica, esencial para la adecuada toma de decisiones en el manejo de las especies.
Para asegurar que estos inspiradores resultados perduren en el largo plazo, la bioseguridad insular—medidas para proteger a los ecosistemas insulares de las especies exóticas invasoras—es una herramienta fundamental. Trabajamos de manera muy estrecha con la CONANP, SEMAR, cooperativas pesqueras y comunidades locales para promover estas medidas de prevención. Con acciones tan sencillas como asegurarse que nuestra ropa y pertenencias estén libres de tierra, semillas o insectos, entre otros, ayudamos a proteger a las islas y sus especies que son nuestro patrimonio natural. ¡La conservación de las islas está en nuestras manos!